75 Minutos de Carne
Ayer,
martes 29 de noviembre, se emitió dentro del programa “La mirada de Bea”, de
Canal Sur Andalucía, el debate titulado “Carne”, en el que participé por
invitación de la productora. Dicho programa se emite tras el de “75 minutos”,
una serie de reportajes de actualidad que marcan el contenido de la tertulia
posterior y que en este caso trataba precisamente este tema, La Carne.
Tengo
que aclarar, que dicha tertulia se graba con antelación a la realización de
75min. y que los tertulianos no teníamos conocimiento de los reportajes que se
iban a emitir, por lo que el desarrollo del debate se hace con total
independencia de dichos contenidos a excepción de Bea, directora de ambos
programas y que es la que lo inicia y participa como una más.
Mi
participación se suponía era en calidad de representante del colectivo
animalista y de vegano, es decir, como contrapunto a la defensa a ultranza de
la explotación y consumo de animales por parte de los otros participantes que fueron
una ganadera de vacuno en extensivo y un ganadero e industrial de carne
procesada de cerdo.
Aunque
es lógico que en el montaje final muchos diálogos se hayan eliminado ya que se
graba el doble de lo que se emite, si creo que algunos aspectos básicos de lo
que se habló merecen comentarse y como no puedo evitar saber que estuve allí y
comenté aspectos que responden a los argumentos de la parte omnívora, creo
necesario hacer las siguientes consideraciones tanto al programa de 75 min.
como al debate posterior.
En
primer lugar tengo que decir que no entiendo muy bien mi presencia en ese
debate que se supone que está relacionado con el tema que se trata en los
reportajes del “75 min”, cuando éste ha sido exclusivamente una exaltación de
la industria ganadera y cárnica y una incitación, no declarada abiertamente, al
consumo de carne. No hay en esos 75 minutos de programa ninguna controversia a
excepción de los datos sobre un par de impactos medioambientales de la cría del
ganado, en la cabecera del programa que después no se tocan ni se explican.
Seguramente
si hubiera conocido el contenido de este programa no hubiera acudido ya que en
el contexto de ambos programas, la defensa de un consumo más ético,
responsable, justo y solidario estaba en clara desventaja. Y no es que no le
agradezca a Bea el haberme dado voz, ya que creo que hay que aprovechar todas
las oportunidades para que seamos la voz de los que no la tienen, seguramente
hubo buena intención pero el planteamiento principal no tiene nada que ver con
un foro de debate equilibrado.
Sobre
el propio programa de reportajes, muy bien realizado como siempre, decir que
hoy día ya no es justo ni responsable hacer un programa serio sobre el papel de
la carne en la alimentación humana tan sesgado hacia las bondades de nuestra
industria de cría y elaboración. En el amplio repaso a varias industrias de
cría, matanza y procesado de la carne, modélicas todas ellas en cuanto a
control sanitario, calidad del producto y cumplimiento de normas de bienestar
animal, los animales quedan retratados como lo que son para la mayoría de las
personas que viven de ello y para los que los consumen: trozos de comida
inerte, los animales no cuentan, son un factor en la ecuación cuyo resultado
final es la rentabilidad económica y la satisfacción del paladar.
Pero
no nos engañemos, aún considerando que las industrias que salen son de loar en
cuanto a pulcritud, control sanitario y laboral y calidad del procesado del
producto, esto no es la norma en muchas granjas industriales y explotaciones de
nuestro país o de otros países de Europa.
La
alimentación del mundo basada en la carne tiene consecuencias negativas muy
graves sobre la calidad del ambiente en el que vivimos, directos o por su
influencia sobre el clima, pero también sobre la salud humana, la
biodiversidad, el bienestar de los países productores de ganado o del grano
para alimentarlo, y especialmente sobre la vida de los animales. Impactos que
se irán acrecentando exponencialmente por el previsible aumento en el consumo
de carne (reflejado en el programa) y que harán incompatibles el crecimiento
demográfico y la sostenibilidad del planeta, pero eso, por ahora, no lo
queremos ver por que estamos centrados en el sostenimiento de los puestos de
trabajo y del PIB.
Nada
de eso aparece en los 75 minutos de programa. Reconozco que yo, como persona
sensibilizada y consciente de lo que veo cuando contemplo las imágenes de los
trozos de animales que han estado cortando, descuartizando, machaconamente a lo
largo de todo el programa, he tenido que apartar la vista en numerosas
ocasiones y que esto, a una gran mayoría de espectadores, probablemente les
despierte el apetito por que sólo ven comida. Eso si, nos han ahorrado la parte
más aversiva del proceso: la extracción y “empaquetado” de los animales para su
traslado al matadero y los procesos previos a la muerte y por supuesto la
matanza ¿Por qué? Pues porque eso ya
entra en el terreno de lo desagradable, normalizado pero desagradable, y afea
un poco la supuesta buena vida de los animales. Porque en el fondo la mayoría
somos sensibles a la visión del sufrimiento.
Todos
los animales para el consumo tienen cortas vidas, algunos horas o minutos como
los pollitos machos en la industria del huevo, otros poco más de 40 días, como
los pollos para la carne, de 45 a 60 días un cabrito, 100 o 120 días un pavo,
14 o 15 meses un becerro, y estos son datos de los reportajes de los que
hablamos que se exponen con la total normalidad. Hablamos del sacrifico de
bebés y ni siquiera se les cambia el gesto.
Igualmente
se habla del sacrificio Halal, sin aturdimiento, como la práctica de matar de
toda la vida. Y nos parece NORMAL. También han tenido el cuidado de rodar una
matanza domiciliaria después del sacrificio y en la que éste se ha hecho en
matadero con todas las normas de bienestar animal del mundo (nunca he entendido
las leyes de bienestar animal en el momento de la matanza), pero no se cuenta
que las prácticas de sacrificio de cerdos en domicilio se siguen realizando en
determinados ayuntamientos excepcionados de Andalucía y que en ellos tampoco
hay aturdimiento y si una total falta de “bienestar animal” y una tortura
indescriptibles (ver cualquier vídeo de youtube).
Las
cantidades que también salen en el programa, que se venden como excelencia de
producción, tienen detrás escalofriantes cifras de animales sacrificados sólo
en las explotaciones entrevistadas (150.000 corderos, cabritos o cordero
lechal, de 56 a 57 millones de pollitos que se convierten en 30 millones de
pollos listos para comer, de 9 a 10 vacas diarias –multiplicad-). Todo esto son
vidas que son tratadas como maquinas de hacer carne.
Evidentemente
este no era un documental sobre la carne, sino sobre los hábitos de consumo de
carne de los andaluces y la industria que abastece a este mercado. No hubo
siquiera un cuestionamiento sobre la cantidad de carne que incorporamos a la
dieta ¿mediterránea? Más bien al contrario, la reacción a la pregunta de cuanta
carne comemos es jocosa y simpática ante el reconocimiento de que será toda la
que se pueda. ¿Acaso una televisión pública pueda propiciar este mensaje cuando
todas las recomendaciones sanitarias de los organismos de salud nacionales e
internacionales están por la reducción de carne a favor de los vegetales para
mejorar el estado de salud y prevenir ciertas patologías?
En
cuanto al debate, quisiera hacer las siguientes aclaraciones:
Hubo
algunos argumentos que se utilizaron sin mucho fundamento. Uno de ellos es el
de esgrimir como una justificación a la forma en que se trata a los animales,
el cumplimiento de la normativa de bienestar animal. Por supuesto que es lo
mínimo que se les puede exigir, pero si tenemos en cuenta que las normas de
bienestar animal permiten ciertas prácticas de cría y sacrificio que suponen el
sufrimiento en muchos casos, esto no es decir mucho. Baste un ejemplo: aunque
en algunos países del norte de Europa ya no se permite la cría de gallinas en
jaula, aquí todavía constituye el porcentaje mayoritario de las aves ponedoras
(son las del nº 3 que son más baratas, claro) y el espacio mínimo permitido de
suelo de la jaula es poco más grande que un papel A4 y eso con todos los
perejiles de “enriquecimiento” ambiental.
Cuando
uno lee la legislación europea, que dista mucho de la de países como Estados
Unidos que se crean ad hoc para el industrial y por el industrial, podemos
creer que hemos avanzado mucho pero olvidemos las peores comparaciones y
pensemos en los animales ¿No debería partir de nosotros el que estuvieran lo
mejor posible si de verdad los cuidamos sin que lo hagamos por imposición
legal?
Otro
argumento fue el de la necesidad de comer carne porque es la fuente por
excelencia de proteínas sin la cual no se puede tener una buena salud. No
merece mucho la pena adentrarse en ello cuando cientos de estudios y las vidas
sanas de millones de vegetarianos en el mundo avalan que la alimentación sin
carne es tan saludable como la omnívora bien llevada, cuando no son mejores sus
expectativas de salud en escenarios sociales y económicos comparables.
El
argumento de la tradición como justificación a la ingesta obligada de carne no
merece más comentarios. La tradición nunca es justificación de nada, en todo
caso lo explica.
Tampoco
es muy acertado el argumento de que cuidamos a los animales para comérnoslos y
que si no fuera así, ¿qué seria de ellos? ¿Se extinguirían? Y si acaso fuera
así ¿no sería mejor la no existencia que la breve y miserable vida que padecen?
Por
último, no quiero dejar de incidir en que el cambio, que los que como yo
intentamos fomentar, es inviable sin contar con una reconversión progresiva y
contando con los sectores económicos. Es ingenuo pensar que esto se pueda hacer
de la noche a la mañana ¿A que viene entonces tanto miedo a que las pocos
logros que consigamos van a arruinar al sector?. Es irónico porque la
comparación de fuerzas entre el movimiento por la defensa de los animales de
granja y la industria cárnica es como el de una hormiga frente a un elefante. Y
un elefante muy influyente además.
Asumo
que estas palabras puedan ser una mala estrategia para que nunca más se me
invite a un debate de Canal Sur, pero creía que se las debía a los que me han
seguido y me han animado en mi humilde intento de concienciar allá donde me den
voz y no podía desperdiciar el poder de la televisión.
Por
último, quiero dar las gracias a Beatriz por que a pesar de lo dicho, me parece
una persona profesional y comprometida. Ojala que en el futuro se plantee de
verdad hacer un programa valiente sobre los impactos de la carne y el trato a
los animales de granja. Este era otro tipo de debate y quizás ha faltado
haberlo hablado antes.
También
tengo que decir que el equipo de la productora Cibeles nos ha tratado con
verdadero mimo y aunque solo sea por la experiencia agradezco la oportunidad de
participar en su programa. Si he conseguido al menos que algunos se hagan
preguntas ya me ha valido.
Sebastián López
Aqui podéis ver los programas: 75 Minutos y La mirada de Bea.
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