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Mostrando entradas de junio, 2016

La Gran Jaula

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Cuando yo era pequeño y la ciudad de Sevilla acababa donde la vía del tren la limitaba con el casco antiguo, y en mi calle, aún sin asfaltar, había una lechería donde podíamos comprar leche recién ordeñada que había que hervir, existía en la esquina una taberna con olor a vino barato donde su dueño había habilitado en un altillo del local una gran jaula donde revoloteaban un buen puñado de aves, entre canarios, jilgueros o verdecillos. Y yo, que no ponía pegas a tener que bajar por un cuartillo de vino blanco para cocinar porque tenía el aliciente de contemplar durante unos pocos minutos ese pequeño mundo volandero, me maravillaba con semejante espectáculo de alas y saltos. Eso si que era una jaula y no donde mi madre o los vecinos tenían a sus cantores compañeros alados, que yo ya entonces intuía minúscula y constreñida para que un pájaro pudiera ejercer la magia del vuelo. Eso si que era una buena forma para que vivieran las aves y yo decidí que quería tener una y pasarme horas cont