La guarida de los simios

Entrevista a Marta Bustelo
Publicada en el blog de Aashta Martínez, (Aashta Magazine), el 18 de noviembre de 2015

Boris
 Boris es un orangután puro de la isla de Borneo. Su vida, como la de muchos otros primates, no ha sido precisamente tranquila ni amable. Nació en cautividad, en un zoo de la holandesa ciudad de Rhenen, hace treinta y cuatro años. Sus padres fueron capturados en libertad y su madre murió tras el parto. Cuando aún era un bebé, fue comprado al zoo donde nació por unos particulares que durante años le utilizaron en el mundo del espectáculo. Pero un día dejó de serles útil y manejable y decidieron revenderlo. Así pues, pasó por otros dos zoológicos hasta que en 2008 llegó al Centro de Rescate de Primates Rainfer. A simple vista, Boris podría parecer bobalicón. Tiene el labio inferior caído, probablemente por algún tipo de problema sufrido durante el parto. Sin embargo, es bastante más astuto y sagaz que algunos de sus compañeros de especie. Por desgracia, la de Boris es una historia más entre tantas que habitan en Rainfer, una finca rústica de 40.000 metros cuadrados ubicada en la zona norte de Madrid.
Marta Bustelo

Si hay dos personas que conocen bien a estas nobles y sorprendentes criaturas, esas son Guillermo Bustelo, biólogo y director de Rainfer, y su hija Marta Bustelo, actual subdirectora de este singular centro que da asilo a un total de 135 primates de veinte especies distintas. Marta asegura que, desde pequeña, su padre le inculcó el respeto y la sensibilidad hacia los animales. Confiesa que ha llegado a aprender mucho de los simios a lo largo de estos años. “Sin dejar a un lado los conocimientos que mi padre me ofrece cada día”, señala.

En pocos años, Rainfer se ha convertido en el mayor centro de España en número de primates acogidos, y en uno de los más importantes en Europa. “Desgraciadamente, somos pocos los que hacemos una labor de rescate y protección de los primates en nuestro país, a pesar de que parezca que haya más por el hecho de haberse puesto de moda lo de llevar el nombre de ‘Centro de Rescate”, explica la altruista cuidadora de primates. Añade que muchos centros de explotación de animales con fines lucrativos se “esconden” detrás de esta categoría, “adquirida de forma gratuita”, y que perjudican “la imagen de los que realmente trabajamos por ese fin”.

Aashta Martínez: ¿Cómo surge Rainfer?
Marta Bustelo: Rainfer fue fundado en 1995 como centro oficial de rescate de primates en Madrid gracias a que el director, Guillermo, contempló la necesidad acuciante de rescatar y rehabilitar a los miles de primates que se encuentran en malas condiciones en nuestro país, privados de atenciones y cuidados básicos, o maltratados física y psicológicamente. Después de adquirir un terreno para ello, pasaron largos años de gestiones y trámites hasta conseguir los permisos necesarios para que el proyecto de Rainfer pudiera materializarse y llegar hasta lo que se ha convertido a día de hoy, veinte años después.

A.M.: ¿Cómo se financia el proyecto?
M.B.: Desde los comienzos de Rainfer, el director se ha hecho cargo de todos los gastos de mantenimiento del Centro y del cuidado de los primates albergados. A pesar de que el 80% de los primates albergados son propiedad del Estado, Rainfer sólo recibe un pago anual por su parte que cubre los gastos de unos dos meses. El coste mensual para mantener el Centro es muy elevado, rondando los catorce mil euros. Debido a la situación económica actual del país, el director no puede seguir haciendo frente a estos gastos por su cuenta. Por este motivo, Rainfer necesita la ayuda de la sociedad para poder mantener su labor y disponemos de diferentes vías en las que poder hacerlo: donaciones generales, donaciones para campañas puntuales según las necesidades del momento, microdonaciones, apadrinamiento de primates, organización de eventos solidarios o voluntariado.

A.M.: A pesar de que la mayoría de animales son propiedad del Estado, la gente desconoce que Rainfer es un centro privado…
M.B.: Cierto, mucha gente no es consciente del enorme esfuerzo y trabajo que supone el mantener un centro de estas dimensiones de forma privada. Se desconoce que estos pobres animales no tienen la posibilidad de volver a ser devueltos a la libertad. Se acaban convirtiendo en una responsabilidad de por vida de todos los españoles, por culpa de la inconsciencia o egoísmo de algunos que los adquieren como mascotas ‘diferentes’ y ‘llamativas’. Sin olvidar el uso utilitarista y con ánimo de lucro de otros que únicamente buscan su explotación en el mundo del espectáculo y audiovisual.

A.M.: En sus inicios, el centro no admitía visitas y solo trabajaban en él científicos para la recuperación de esos primates. ¿Cuándo deciden abrirlo al público?
M.B.: La filosofía inicial de Rainfer se basaba en mantener el Centro sin visitas para que los primates se rehabilitaran de forma tranquila y vivieran en condiciones adecuadas a sus necesidades, lejos del bullicio de la gente al que habían sido sometidos durante años en circos, zoológicos, etc. En 2012 decidimos abrir nuestras puertas de forma controlada y bajo reserva previa a visitas de público general y a colegios y centros de estudio, no sólo para poder acceder a algunos ingresos para mantener el Centro, sino también por la apremiante necesidad que existe de educar y concienciar a la población sobre la problemática que sufren estos primos hermanos nuestros, con el fin de frenar esta explotación.

A.M.: Me gustaría conocer cuál es el proceso habitual desde el mismo momento en que localizan a un primate abandonado hasta que logran que se adapte a su nueva vida en el centro…
M.B.: Los casos que hemos tenido son muy variados. Desde el particular que denuncia un caso que conoce de abuso o negligencia, el Seprona o el Departamento CITES que nos contacta al incautar un primate, asociaciones protectoras que localizan el caso, hasta el mismo particular que tiene el animal en propiedad y quiere deshacerse de él porque ya no le sirve o se ha vuelto peligroso.

Una vez rescatados y llevados al Centro, es cuando comienza el largo y duro trabajo de rehabilitarlos física y psicológicamente — proceso que puede durar años—, socializarlos e integrarlos en grupos estables donde puedan desarrollar las conductas naturales propias de cada especie.

A.M.: Debido a su inteligencia, los chimpancés son muy difíciles de mantener en cautividad y normalmente tienen que mantenerlos en grupos separados y esperar a que lleguen a tolerarse entre sí, para evitar que lleguen a matarse. ¿Cómo lidian con ese hándicap?
M.B.: En el caso de los chimpancés u otros grandes simios, el trabajo es más complejo debido a sus capacidades cognitivas. Al ser éstas mayores, son más conscientes de todo lo que han padecido y sus traumas psicológicos pueden ser muy severos. Cada caso es distinto y requiere su estudio. Tratamos de integrarles en los grupos en función del carácter de cada uno, de las jerarquías de los grupos, y de otros muchos factores. Todo se debe hacer con paciencia y conociendo muy bien la forma en la que interaccionan entre ellos y como van evolucionando sus conductas durante el proceso. Estas integraciones suelen tardar varios meses y comienzan una vez que el chimpancé está rehabilitado físicamente.

A.M.: Detrás de cada uno de esos 135 primates que habitan en el Centro, se esconde una historia, a veces terrorífica. ¿Hay alguna que les impactara especialmente?
M.B.: Es difícil valorar qué historia ha sido la más terrible, ya que son muchos los primates rescatados que han vivido situaciones horribles. Incluso sobre algunos no tenemos información previa, pero valorando los traumas con los que llegan podemos imaginarnos lo peor.

Uno de los casos que más sorprende y aterroriza a la gente cuando nos visita es el de Noa, una macaca que fue rescatada cuando aún era muy joven, unos tres años aproximadamente, y que tenían unos particulares en su casa como mascota. Nos contaron que cuando no se portaba como los dueños querían, los castigos iban desde meterla en baños de agua helada, hasta atarle los brazos a la espalda y echarle vinagre en la cara.

Otros casos muy comunes son los de los chimpancés procedentes del mundo del espectáculo, a los que para entrenarlos se les maltrata y castiga de infinidad de maneras distintas: palizas, descargas eléctricas, arrancarles piezas dentales e incluso cortarles dedos como castigo. Es tremendo hasta qué punto puede llegar el ser humano para conseguir algo de un animal, cuando éste no está dispuesto a hacer lo que se le exige.

A.M.: Qué espanto… ¿Y cuántos primates se calcula que viven en cautividad en España actualmente?
M.B.: El mercado ilegal de estos animales va en aumento cada año, por lo que se desconoce la cifra real, pero se estima que son miles de casos en nuestro país. A pesar de esto, esta problemática es desconocida por la sociedad. Por eso trabajamos también por la educación y concienciación, tanto de niños como de adultos, a través de nuestras visitas.
Guillermo Bustelo

Los problemas físicos más comunes en los primates que rescatamos son las carencias nutricionales, que generan problemas metabólicos y óseos y diabetes; la falta de luz solar, que produce falta de coloración en la piel, alopecias, afecciones cutáneas además de problemas en el crecimiento y mantenimiento de los huesos; y la falta de espacio suficiente para moverse y desarrollarse, ya que terminan recluidos en pequeñas jaulas cuando se hacen adultos y se vuelven peligrosos. Con respecto a los trastornos psicológicos, nos encontramos de todo tipo.

A.M.: Debido a las facultades emocionales y empáticas que tienen, a su inteligencia y sus necesidades sociales, los primates pueden llegar a sufrir y padecer trastornos psicológicos como los seres humanos. ¿En qué notan que un primate está deprimido, por ejemplo?
M.B.: Llevamos veinte años trabajando con primates y por la experiencia y conocimientos que tenemos podemos detectar rápidamente los problemas psicológicos que padecen. Algunos son muy evidentes. Por ejemplo, una depresión les produce inapetencia, inactividad y apatía. O, en el caso de que sufran agorafobia, son incapaces de salir al recinto exterior y eso les genera ansiedad y estrés.

A.M.: ¿Y es posible que, después de años de abusos, un primate llegue a rehabilitarse totalmente y a adaptarse a una nueva vida junto a los de su especie?
M.B.: Me encantaría poder decir que sí, pero los problemas con los que llegan son tan severos y los han sufrido durante tantos años —algunos incluso treinta o cuarenta años—, que en muchos casos es imposible rehabilitarles al 100%. Podemos mejorar la alimentación y recuperarles del estado de desnutrición o carencias que sufran, tratar enfermedades y lesiones, y trabajar en la superación de traumas y fobias que padezcan. Pero en el caso de malformaciones físicas, enfermedades crónicas, o trastornos psicológicos muy graves, sólo podemos continuar tratándoles durante el resto de sus vidas y ofreciéndoles todo lo mejor que podamos para que puedan vivir felices.

A.M.: ¿Cuál es el futuro o destino de los primates que llegan a vuestro centro?
M.B.: Lamentablemente, estos primates no pueden ser devueltos a sus zonas de origen por varios factores. Uno de los principales es que todos los problemas que acarrean, tanto físicos como psicológicos, no les permitirían sobrevivir en libertad y hacer frente a los peligros. Además, al separarles de sus madres y del resto del grupo a muy temprana edad, se les arrebata la posibilidad de aprender conductas normales propias de su especie. De esta forma, no podrían integrarse correctamente con otros primates salvajes y estarían en inferioridad de condiciones, siendo inadaptados sociales.

La única manera de poder devolverles a una especie de libertad sería preservando zonas aisladas de sus hábitats para ellos, en las cuales se pudiera llevar un seguimiento y cuidado de los primates. Este tipo de proyecto sería muy costoso, y requeriría la colaboración de muchos organismos oficiales y gubernamentales, tanto de nuestro país como del de destino, lo cual lo hace inviable a día de hoy. Dados todos estos impedimentos, Rainfer debe hacerse cargo de los primates rescatados de por vida y, teniendo en cuenta que la edad media de vida de estos primates es de treinta y cinco o cuarenta años, la responsabilidad de mantener el Centro en pie es muy grande y requiere de mucha ayuda.

A.M.: La primatóloga londinense Jane Goodall ha visitado varias veces vuestro centro. ¿Qué relación mantienen con ella?
M.B.: Tanto Jane como el equipo del Instituto que lleva su nombre son buenos amigos nuestros. Cuando la agenda se lo permite, Jane viene a visitarnos y aprovecha para estar cerca de los primates y charlar sobre ellos con nosotros. Es una mujer excepcional, con un aura especial y un gran sentido del humor. Mueve muchísimas conciencias a lo largo del mundo y su labor dirigida a la protección y sostenibilidad del planeta es encomiable. ¡Ojalá existieran muchas personas como ella!.

A.M.: No parece que el bienestar de los animales esté en la agenda de nuestros representantes políticos. ¿Cómo ve este desinterés por su parte?
M.B.: Considero que se podría generar el interés necesario de los partidos para luchar por leyes que protejan a los animales, siempre y cuando la sociedad muestre ese interés y que cada vez seamos más los que estemos concienciados y demos la importancia que tiene al respeto y protección de los animales y sus hábitats.

Por ejemplo, en algunos países europeos, la mentalidad de las personas es diferente a la de España. Su concienciación por el bienestar y cuidado animal es mayor y consideran que cualquier ayuda, por pequeña que sea, es importante, contribuyendo de esta forma a que los centros y asociaciones que realizan un buen trabajo por los animales dispongan de muchos recursos. Estos recursos hacen que las asociaciones crezcan y ganen relevancia a la hora de generar cambios en las leyes del país, y son ya muchos países los que han conseguido grandes avances en este sentido. Como dice Jane Goodall, “cada individuo es importante, cada individuo tiene un rol a desempeñar, cada individuo marca la diferencia”.

A.M.: ¿Cuál es entonces el futuro de Rainfer?
M.B.: Actualmente, nuestra situación es muy difícil y estamos pasando por graves problemas económicos para poder continuar con nuestra labor. Necesitamos que la población se implique y ayude a Rainfer para poder mantener a los 135 primates acogidos, sobre todo, ahora que viene el invierno y el gasto de calefacción para mantenerles calientes y que no caigan enfermos se hace insostenible.

Por nuestra parte, seguiremos luchando todo lo posible por su bienestar ya que no podemos permitir que después de tantos años de esfuerzo y dedicación para ofrecerles una segunda oportunidad, vuelvan a caer en el olvido y abandono. Estoy segura que con la ayuda de la difusión de nuestra labor en entrevistas como ésta, conseguiremos más colaboración de la gente para poder seguir adelante.


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